En Climax, una compañía de jóvenes bailarines se reúne en el edificio remoto de un colegio abandonado para ensayar. Tras la inolvidable secuencia de apertura dirigida por el director de fotografía Benoît Debie (Spring Breakers; Enter the Void) y grabada por el propio Noé, la compañía da comienzo a una noche de celebración que se convierte en una pesadilla cuando los bailarines descubren que han estado bebiendo sangría cargada de LSD sin conocer al verdadero responsable.
Noé acompaña al espectador en un viaje que va del júbilo al caos y la anarquía pura, retratando enamoramientos, rivalidades y violencia en mitad de un colapso psicodélico. Climax es un alegato descarado y visionario, con la dosis de perturbación que caracteriza a Gaspar Noé. Mientras algunos se sienten en el paraíso, la mayoría de ellos se sumergen en el infierno.
La película cuenta con la actuación especial de Sofia Boutella (Atómica) y un elenco de bailarines profesionales que la que acompañan: Romain Guillermic (Elektro Mathematrix); Souheila Yacous (Plus belle la vie); Kiddy Smile; Claude Gajan Maull; Giselle Palmer; Taylor Kastle; Thea Carla Schott; Sharleen Temple; Lea Vlamos; Alaia Alsafir; Kendall Mugler; Lakdhar Dridi; Adrien Sissoko; Mamadou Bathily; Alou Sidise; Ashley Biscette; Mounia Massangar; Tiphanie Au; Sarah Belala; Alezandre Moreau; Naas; Strauss Serpent y Vince Galliot Cumant. Verles actuar es sin duda un espectáculo para la vista.
Entre Edouard Weil (Rectangle Productions) y Vincent Maraval (Wild Bunch), coproductores de la película Love, pusieron en marcha la producción. En enero,
Otro viaje psicodélico de Gaspar Noé
Fue rodada en febrero del año pasado en tan solo 15 días, sin guion preciso y con actores no profesionales, salvo dos o tres excepciones. Como la intención era hacer una película centrada en la expresión corporal, no se buscaron actores, sino fueron los bailarines de batallas de krump y balls de voguing en la región de París quienes fueron el blanco específico para poder hacer la película

“Siempre me han fascinado las situaciones en las que de pronto reina el caos y la anarquía, como las peleas callejeras, las sesiones chamánicas alteradas con psicotrópicos o las fiestas en las que los invitados se descontrolan colectivamente por el exceso de alcohol. Lo mismo me pasa a la hora de rodar. Mi mayor placer es no llevar nada preparado ni escrito para permitir, en la medida de lo posible, que las situaciones se desarrollen ante mis ojos, como si fuera un documental. Y cuando surge el caos, soy más feliz porque sé que generará imágenes potentes, más cercanas a la realidad que al teatro”, asegura Noé.
Un viaje alucinado que lo llevará por una montaña rusa de emociones, en la que disfrutará o no, del viaje hacia el precipicio. En Climax, Noé tiene la capacidad de invertir los formalismos, de situar los créditos al inicio, de enviar mensajes al público cuando considera conveniente, de representar la violencia más cruel, e incluso de atreverse con la película quizás más políticamente incorrecta de los últimos años.